jueves, 8 de octubre de 2015

Cultura Científica: Semmelweis y su descubrimiento.

Ignác Fülöp Semmelweis

Ignác Fülöp Semmelweis (Ignacio Felipe Semmelweis, en español) (1 de julio de 1818 – 13 de agosto de 1865) fue un médico húngaro de origen alemán que consiguió disminuir drásticamente la tasa de mortalidad en un 70 % por sepsis puerperal (una forma de fiebre puerperal)1 entre las mujeres que daban a luz en su hospital mediante la recomendación a los obstetras que se lavaran las manos con una solución de cal clorurada antes de atender los partos. La comunidad científica de su época lo denostó y acabó falleciendo víctima de septicemia a los 47 años en un asilo. Algunos años después Luis Pasteur publicaría la hipótesis microbiana y Joseph Lister extendería la práctica quirúrgica higiénica al resto de especialidades médicas. Actualmente es considerado una de las figuras médicas pioneras en antisepsia y prevención de la infección nosocomial o iatrogenia.

El descubrimiento

Al poco tiempo de empezar a trabajar en la Maternidad de Viena, Semmelweis comienza a observar con preocupación la alta tasa de mortalidad entre las parturientas, entre fuertes dolores, fiebre alta y una intensa fetidez.

En este hospicio se disponía de dos salas de partos: una dirigida por el doctor Klein y otra por el doctor Bartch. En la primera, la mortalidad medida en 1842 había registrado una cifra del 30%, pero en los primeros meses de 1846, el año en que el joven médico húngaro entra a formar parte de la plantilla, la cifra ronda el 96%.11 Utilizando un rudimentario método epidemiológico comienza a estudiar las diferencias en ambos pabellones: El de Klein es más frecuentado por los estudiantes de medicina, quienes atendían a las parturientas después de sus sesiones de medicina forense en el pabellón de anatomía. En cambio la sala de partos de Bartch es más utilizada por las matronas, pero cuando los estudiantes visitan su sala la mortalidad también aumenta en esta. Esto le lleva a formular la ingeniosa (y correcta) teoría de que los estudiantes transportan algún tipo de «materia putrefacta» desde los cadáveres hasta las mujeres, siendo ese el origen de la fiebre puerperal.

...Una vez que se identificó la causa de la mayor mortalidad de la primera clínica como las partículas de cadáveres adheridas a las manos de los examinadores, fue fácil explicar el motivo por el cual las mujeres que dieron a la luz en la calle tenían una tasa notablemente más baja de mortalidad que las que dieron a luz en la clínica...
El doctor Klein no está de acuerdo con las conclusiones de Semmelweis: sus propias teorías acerca del problema van desde la brusquedad de los estudiantes a la hora de realizar los exámenes vaginales hasta el hecho de que la mayor parte de ellos sean extranjeros (procedentes de Hungría, sobre todo).

De hecho Klein llega a expulsar a 22 de sus estudiantes, quedándose tan sólo con 20, pero esto no mejora la situación entre las mujeres que acuden a la clínica para dar a luz.12 Se conservan algunas cartas de esta época de Semmelweis a su amigo Markusovsky: «No puedo dormir ya. El desesperante sonido de la campanilla que precede al sacerdote portador del viático, ha penetrado para siempre en la paz de mi alma. Todos los horrores, de los que diariamente soy impotente testigo, me hacen la vida imposible. No puedo permanecer en la situación actual, donde todo es oscuro, donde lo único categórico es el número de muertos».


En octubre de 1846 decide instalar un lavabo a la entrada de la sala de partos y obliga a los estudiantes a lavarse las manos antes de examinar a las embarazadas. El doctor Klein se niega a aceptar esta medida y el día 20 de ese mes despide intempestivamente a su ayudante. A la espera de que Skoda le consiga una plaza en su hospital, emprende un viaje de dos meses por Europa con su amigo Markusovsky. A la vuelta conoce la noticia de la muerte de Jakob Kolletschka, profesor de anatomía, tras producirse una herida durante una disección y desarrollar unos síntomas similares a los de la fiebre puerperal. Este hecho le convence de que la causa son ciertos exudados presentes en los cadáveres:

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